Autor: Jesús Zatón.
Artículo publicado en la revista Logon.
SOY EL ÁRBOL Y SU SOMBRA
Soy el árbol y su sombra
viviente y desgastada,
el pájaro que arropa con sus alas
los cautivos brotes de la rosa
y sus silencios, la luz
que vence en la mañana
la desnudez del cielo
y tiñe de blancura
las quimeras de los sueños,
la risa humedecida
de los peces y los niños,
la lluvia que arrastra, en turbios llantos,
las sombras aceradas del amor
y sus espejos,
el tiempo que, al morir,
trasciende los versos y la carne,
acaso también, un hombre.
HOY QUIERO HABLAR
Hoy quiero hablar,
de hombre a hombre,
con ese otro
que habita mis venas
y es mi carne,
con ese otro
que silencia la mirada
cuando miro
y en mi piel, indefensa,
hizo morada.
Y cuando oigo,
cómo, con paso leve,
a mí se acerca,
quisiera responderle
con premura,
mas ciego,
ante una luz
tan dulce y pura,
no alcanzo a ver
la dicha
que proclama.
ARROPADO EN LA PENUMBRA DE LAS HORAS
Arropado en la penumbra de las horas,
en las luces, huidas de la madrugada
y el olor que escapa de la soledad
y los naranjos,
como un perro, cansado, ladra a la luna.
Un estéril rumor crece en sus labios
mientras se pasean, envejecidos, los días
y se marchita la hierba boscosa y fresca
que en la olvidada juventud brotó en su pecho.
Mas resiste el corazón, tardo respira.
Y aún herido, ese hombre, levanta la vista,
con fatiga, hacia lo alto.
NO SÉ
No sé,
quizás ha llegado el momento
de arrancar de los ojos ese ciego vivir
cotidiano con que recorremos los días,
de encender las palabras que dan luz
a la triste casa que desde la cuna habitamos
y desandar, descalzos, los paisajes antiguos
que la memoria arrastra de una vida a otra.
No sé,
quizás ha llegado el momento
de que las blancas palomas
entrelacen nuestras carnes en sus alas,
y desde tan altos faros y tan altas transparencias,
ser luz que turbe, los vívidos sueños de la muerte.
PERVIVE LA VIDA EN NUESTRAS FRENTES
Pervive la vida en nuestras frentes
como pervive el engaño
entre las torpes sombras
que simulan la muerte.
Así pues, respiro alegre el sol,
la flor del día.
No cesa la luz,
ni cesa el amanecer que la sostiene,
cesan los ojos, si se niegan a hospedar
la dicha de los pájaros,
la inocencia,
el tibio latir con que el espíritu inunda
de amor, la carne.
QUIERO QUE LO SEPAS
Quiero que lo sepas,
dejaste de ser luz
para ser tierra, sombra,
carne en brazos de la muerte,
mas no te aflijas, amigo,
en los zarzales del corazón
pervive, la inmutable rosa
que iluminará la noche de tus ojos.